Tengo en mis manos la esfera de las perspectivas, dimensiones paralelas. Cuando veo el mundo a través de ella, encuentro pistas diferentes para comprender lo que me conflictúa.
Esta mañana el sol se difuminaba, el cielo formaba una alfombra sobre la que reposaba la silla de la esquina. El espaldar parecía una reja que brotaba del piso algodonado. Fue así como tuve la idea de que debía amortiguar la dureza de mis palabras para dejarlas tras los barrotes de contención, para que ninguna saliera de mi boca sin pensarlo.
Algunos decían que estaba loca, que solo lo imaginaba, pero eran ellos los ciegos. Luego aprendí a ver a través de las gotas de agua, los espejos, el cristal de los lentes de alguien. De repente, encontraba esa otra visión en todas partes, solo era necesario tener los ojos mentales abiertos.
Un día comencé a verme a mí misma dentro, mis sensaciones se trasladaron a la esfera. Me sentí rodeada, encapsulada, entonces me di cuenta de que un ojo enorme me miraba, pero sin verme, era yo misma.
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