—¿Recuerdas cuando los humanos dominaban al mundo?

—Sí, aunque apenas tenía un año cuando vi al último de ellos caer.

—¿Cómo sabes que era el último?

—No he visto a otro desde hace tiempo. Así que fue el último que vi.

—Los extraño. Cuando era una mascota vivía regordete, aquí en la ciudad cuesta conseguir comida para nosotros. Esa cosa gris y lo negro están por todos lados, solo nos queda el parque, pero somos tantos que tendremos que irnos.

—Primo, no debiste morder al gazapo humano, pero realmente fue culpa de la zanahoria azul. ¿A quién se le ocurrió darte comida con pintura? Y, ¿por qué la comiste si las zanahorias las vemos amarillas?

—Ella me la dio y me confié. Vi que rompió un frasco que llevó el adulto grande sin pelos y que siempre usaba bata; luego agarró la zanahoria como pincel con lo que quedó en el piso, pintó una pared y después me la dio. Yo tenía hambre.

—¿Qué fue lo que sentiste al comerla?

—Mucha rabia, sabía mal, me ardía la boca, no me pude controlar y la mordí. Se fue corriendo y al cabo de un rato escuché dos golpes en el suelo, cuando los encontré tenían espuma en la boca. La hembra grande los llevó al hospital y no volvieron. A las pocas semanas había muertos por todas partes.  

Categorías: Microrrelato

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