—¿Quién eres? ¿Qué es este lugar?

—Hola. Soy Stephan. No estoy seguro. Me he estado haciendo la misma pregunta.

—Me gustaría saber por qué estoy aquí. Todo lo que sé es que estaba en la clínica, esperando.

—¿Qué estabas esperando?

—Estaba y estoy esperando un riñón, el mío está dañado. No sé cómo llegué aquí. Desperté aquí.

—Yo también. Quiero decir, no necesito un riñón, sino que primero, me desperté solo, luego perdí el conocimiento y la siguiente vez que abrí los ojos te vi. ¿Cómo te debería llamar?

—Soy Peter.  Así que somos los únicos dos tipos en esta sala. ¿Por qué crees que estás aquí?

—Bueno, no tengo idea. He estado suplicando al universo que me guíe, que me dé una señal para elegir sabiamente. Entonces, esta podría ser la respuesta o dónde la encontraré. He estado esperando una oportunidad de negocio que funcione.

—Eso es algo que no se espera, ¿no crees? Deberías estar creando la oportunidad, estudiándola y probándola, o al menos buscando activamente.

—Es así. La cuestión es que tengo muchas ideas, el tema es que no puedo decidirme. Tal vez esté en este lugar para finalmente tomar una decisión.

—Entonces, en pocas palabras, te estás esperando a ti mismo.

—Más o menos … sí, creo —dijo Stephan encogiéndose de hombros.

Pasaron unos minutos de silencio incómodo mientras miraban a su alrededor para evaluar la situación, y luego Peter volvió a hablar.

—Me alegro de no estar solo ante lo desconocido.

—Desearía que hubiera una ventana o una puerta. Esta habitación con piso de mármol, paredes de color blanco melocotón y techo plano blanco no me da pista de nada. ¿Qué piensas de este lugar?

—No hay mucho que decir al respecto. Bueno … al menos estos sillones son cómodos.

 —Eso es verdad. Muy poco común para lo que parece ser una sala de espera, pero no hay televisión, nada para el entretenimiento. Viendo el lado positivo, la temperatura es agradable y hay un olor dulce a vainilla.

—¿Vainilla? Para mí, huele a fresas.

—¿De Verdad? Eso es extraño. ¿Qué pasa si quiero—?

Peter y Stephan se quedaron dormidos. Un par de minutos después, alguien se unió a ellos.

—¿Quiénes son ustedes dos? ¿Pasé por la cirugía? ¿Estoy muerta?

—Soy Peter y este es Stephan. Para ahorrarte tiempo … No sabemos la respuesta a dónde, cuándo, cómo, quién, de quién, etc. Apenas sé nuestros nombres. No hemos descubierto nada. Pero no te preocupes. Nada malo ha sucedido todavía.

—¿Cómo que todavía? ¿Esperas que nos pase algo malo?

—Realmente no. Espero que no. ¿Cuál es tu nombre?

—Ángela. ¿Ambos despertaron aquí como yo?

—¡Buena suposición! —dijo Stephan.

—Además de despertar aquí, ¿qué estaban haciendo justo antes? ¿Se acuerdan? —preguntó Ángela.

—Lo último que recuerdo es estar esperando mi turno para ver a mi médico. Mis párpados se sintieron pesados, entonces, ¡Pun!, aquí estoy —dijo Peter.

—Bueno, en mi caso, estaba soñando despierto con un negocio de venta minorista en línea. Me imagino que me quedé dormido —dijo Stephan.

—Ya veo. Lo único en común es que nos quedamos dormidos y despertamos aquí.  Sin un historial común —dijo Ángela.

—¿Cuál es tu historia? —preguntó Peter.

—Mm, ¿no se te ocurre? ¿no escuchas ah? Estaba bajo anestesia, con la esperanza de despertar en la sala de recuperación y luego escuchar buenas noticias sobre mi tumor.

—Eres afortunada de no haber aparecido desnuda. ¿Llevas la misma ropa de antes de entrar al quirófano?

—Creo que sí. Este debe ser un sueño muy vívido.

Una vez más, dormían. Alguien nuevo apareció haciendo las mismas preguntas, pero esta vez tuvieron que repetir las respuestas poco aclaratorias.

—Señora Romano, ¿cuántos años tiene? —preguntó Ángela.

—¿Qué, cariño?

—¿Cuántos años tiene?

—Oh cariño. Sabes que eso no se le pregunta a una dama, pero la verdad es que estoy demasiado mayor para que me importe. Tengo ochenta y tres años y estaba sentada en un banco, alimentando palomas cuando comencé a babear como cualquier otro día. Ahora estoy aquí con ustedes, chicos.

—¿Qué … estaba … esperando? —preguntó Ángela, entrelazando palabras con lenguaje de señas.

—La muerte o mi novio, quien llegara primero. Mi novio estaba al otro lado del parque, así que tal vez la muerte me alcanzaría antes que él, él es así de rápido —dijo la señora Romano con una sonrisa.

—Ahora que estamos aquí, todos esperando por algo, disfrutemos esto. Veo que todavía hay dos asientos vacíos. ¿Creen que esto tiene que ver con ser elegido para algo especial? —preguntó Peter.

—Ni precaria idea, tal vez es una especie de sueño colectivo. ¿Será esto la creación de mi mente, tal que los demás sean imaginarios? O más bien, ¿alguno de ustedes nos creó y yo soy imaginaria? —dijo Ángela.

—Ese es un punto de vista de ciencia ficción, nadie puede estar seguro. ¿Qué le parece, señora Romano? —dijo Stephan.

—¿Qué, cariño?

—Oh no, va a ser difícil discutir casi cualquier cosa con usted, mi querida abuela. Especialmente esta lluvia de ideas. Desearía que pudiera participar; debe tener bastante experiencia con ideas peculiares.

—Creo que hemos sido secuestrados y estamos en una dimensión paralela donde algún ser inteligente está estudiando nuestro comportamiento. Quién sabe, podríamos ser algún tipo de focus group —dijo la señora Romano.

Stephan, Peter y Ángela se miraban perplejos.

—Señora Romano, su audición como que va y viene, ¿verdad? —preguntó Ángela.

—Para nada, mi amor. No tengo ninguna discapacidad auditiva, es solo un juego que me gusta jugar con gente más joven. De esta manera puedo ver cuán amables y pacientes son las personas que me rodean. Sin embargo, no quería perderme participar en su disertación, así que no le subí el nivel a mi juego.

—Bien pensado, abuela. ¿Puedo llamarle abuela?

—Sí, puedes, mi amor. Todos ustedes pueden llamarme abuela o tía.

—Gracias. Parece ser una abuelita inteligente y sabia —dijo Peter.

—Eres todo un caballero, gracias.

Ahora, era hora de una quinta adición al grupo. Una vez más, todos se durmieron y despertaron simultáneamente. Los primeros cuatro pusieron al día a la recién llegada y conversaron para conocerla.

—Me llaman, Sabrina, y mi mamá me dice Sabin. Tengo nueve años. Este sueño es diferente y huele a Tutti frutti, mi sabor favorito de gomitas.

—Entonces, crees que estás soñando. Como te dijimos, no estamos seguros de eso —dijo Stephan.

—¿Qué más podría ser? Mi madre no me permitiría estar aquí sola, así que debe ser un sueño.

—Bueno, hay una lógica en eso. Ojalá tuviera olfato, el Tutti frutti era mi favorito de niña —dijo Ángela.

—¿Por qué no tienes? —preguntó Sabin.

—Sinusitis. Sinusitis crónica.

—Queridos, necesito orinar. ¿Hay un baño? —dijo la señora Romano.

—Buena pregunta. No hay ninguna interrupción visible en las paredes. Tal vez haya un pasadizo secreto; no lo hemos buscado —dijo Stephan.

—Cierto. Y ninguno de nosotros se ha puesto de pie, todos nos hemos quedado sentados. ¿Alguno de ustedes lo había notado? —dijo Peter

—¿Por qué hablar y no hacer? —preguntó la señora Romano y luego se puso de pie, no sin esfuerzo: salir del sillón reclinable fue un desafío para ella.

Dentro de su rango de altura (tenía alrededor de metro y medio de altura), inspeccionó cada centímetro de las paredes tocándolas, tratando de sentir la textura o la depresión que indicara una abertura. Después de que ella terminó, todos estaban ansiosos por saber el resultado.

—Queridos míos, parece que nos materializamos en estos sillones reclinables. De ninguna manera podríamos haber atravesado estas paredes sin abrir un agujero —dijo la señora Romano.

—Desearía que fuera mi abuela, abuela —dijo Stephan con admiración.

—Peter, has estado callado —dijo Ángela.

—Sí, lo siento. He estado disfrutando de cómo siento mi cuerpo. Latidos cardíacos normales, sin náuseas ni debilidad. Tal vez estamos muertos, esperando pasar a la siguiente etapa.

—¿Tú crees? No esperaba tener que orinar en el cielo, ni realizar ninguna otra función corporal. Una persona muerta no debería estar aquí, esto es más como una estación intermedia para personas que no están listas para morir, pero yo estaba lista para que la muerte me visitara. Por lo tanto, estamos vivos, de lo contrario, no estaríamos hablando —dijo la señora Romano.

—Esto no es el cielo, ya que no creo en el cielo o el infierno, pero prefiero estar aquí que desesperado por sentirme mejor —dijo Peter.

—Todavía creo que esto es un sueño, y volveremos a la normalidad cuando nos despertemos de verdad —dijo Sabin mientras daba patadas de natación aprovechando que los pies no llegaban al suelo.

—Puede que tengas razón, pequeña, pero ninguno de nosotros está seguro. De lo que estoy segura es de que necesito dejar salir un poco de líquido dorado, mi vejiga está pidiendo piedad. Por lo tanto, voy a hacer algo socialmente incorrecto y necesito que alguien me ayude porque no puedo ponerme en cuclillas. ¿Ángela? —dijo la señora Romano.

—Oh, ¿en serio, yo? … por favor no moje mis zapatos, querida abuela.

—No te preocupes, mi amor. No lo haré … Todos los demás, por favor no miren.

El piso era plano, a cero grados, sin lugar para drenar nada. Peter y Stephan expresaron su preocupación por el olor que tendrían después, pero la abuela tenía que hacerlo.

Las dos mujeres fueron a un rincón de la habitación, detrás de las poltronas. Ropa interior abajo, Ángela sosteniendo a la abuela, la abuela sosteniendo la falda fuera del camino para que no se mojara, y así la señora estaba lista para sentir alivio …

Nada fluía.

—Abuelita, ¿ya terminó?  —preguntó Ángela.

—Aparentemente, fue una falsa alarma.

—¿Está segura?

—Creo que sí. Por favor, hálame hacia arriba.

La señora Romano reorganizó su ropa y le agradeció a Ángela.

Las luces parpadearon. Oscuridad. El brillo regular volvió a la habitación. Esta vez, todos estaban despiertos cuando la silla restante fue ocupada.

—¡Buen día! Espero que se estén divirtiendo igual que nosotros —dijo el nuevo miembro del grupo.

—Lo siento, no escuché tu nombre —dijo Ángela.

—No me he presentado todavía. Puedes llamarme Carrie.

—¿Por qué no nos quedamos dormidos esta vez? Parece que sabes dónde estás —dijo Stephan.

—Tienes razón. Sé dónde estamos.

—¿Tú sí? ¿Te importaría decirnos? —preguntó Ángela.

—Comencemos con lo básico … no existen.

—Si no existimos, ¿cómo es que nos estás hablando? Debes estar delirando —dijo Ángela.

—Ok, no fui exacta. Existes en una dimensión virtual dentro de un simulador de inteligencia artificial. Nuestra compañía seleccionó al azar copias de conciencias, incluidos recuerdos, de personas reales, pero solo un segmento. Fueron tomadas mientras esperaban por alguna razón. Mi presencia no es una manifestación de mí misma, sino que soy yo misma. Estoy en línea en este preciso instante, conectada a mi imagen digital dentro de este entorno.

—Digamos que te creo ¿Por qué necesitarías aparecer y contarnos esto? ¿Cuál es el fin de hacerlo? —preguntó Peter.

—Sí, mi amor, ¿no estás estropeando tu experimento? —dijo la señora Romano.

—Realmente no. Esta ha sido una de las múltiples iteraciones que hemos hecho con ustedes, con todos ustedes.

—¿Incluso yo? —preguntó Sabin.

—Todos ustedes, te incluye, niña —dijo Carrie.

—No recuerdo nada de este lugar antes de hoy —dijo Stephan.

—Creo que sé lo que está pasando. Tú, Carrie, eres la única que no está aquí por primera vez y estás aprovechando eso para bromear con nosotros, tomarnos el pelo. Esa debe ser la razón por la que apareciste ya despierta. Quienquiera que esté detrás de esto no necesitaba hacernos dormir por ti, o algo así. Por favor, dinos qué sigue —dijo Ángela.

Carrie permaneció en silencio durante unos segundos, reflexionando sobre qué decir. Los otros cinco la estaban mirando, esperando, y luego ella respondió con una gran sonrisa en su rostro.

—Sí, me pillaste. No se preocupen, volverán a casa después de unas horas. Estamos siendo observados para estudiar nuestras interacciones mientras esperamos ante lo desconocido; ven cómo esto anula nuestras preocupaciones anteriores al momento en que nos trajeron, y cómo lidiamos con los obstáculos.

—Asumamos que estás diciendo la verdad … ¿Nos van a matar de hambre? Si permanecemos en esta habitación durante horas, eventualmente tendremos hambre y sed. Además, todo lo que entra sale, y casi dejé un recuerdito hace un momento. ¿Qué hay en cuanto a cubrir la base de la pirámide de necesidades? —dijo la señora Romano con los brazos cruzados.

—No se preocupen por eso. No sentiremos hambre ni sed.

—¿Cómo es eso posible? ¿Estamos bajo alguna medicación? —preguntó Peter.

—Algo así, pero no te preocupes. No hay efectos secundarios negativos.

—No estás respondiendo qué hacer con el número uno y el número dos —dijo Sabin.

Las luces se apagaron. 

—¿Ahora qué?  —dijo Stephan.

Unos minutos después, las luces volvieron a encenderse y Carrie ya no estaba.

Mientras tanto en la sala de observación …

—Ya ves; Nunca me creen. Pensé que ahora que estoy de despedida lo harían —dijo Carrie decepcionada.

—Tal vez si no los reiniciaras… Intentaré la próxima vez en tu nombre, cuando ya te hayas ido. Ah, por cierto, casi lo olvido. ¡Felicidades por tu ascenso! —dijo el compañero de trabajo.

—Gracias. Haré todo lo posible para que el departamento de marketing promueva este simulador y otros proyectos. Tienes las últimas tandas de pruebas en tus manos, cuida bien a mi bebé.

 —Por supuesto. No te preocupes. Terminemos esta simulación por hoy y luego dejemos otra en ejecución.

—De acuerdo. Deben estar confundidos en este momento, solté más información de lo habitual.

—Al final, la máquina aprenderá más, eso es algo bueno. ¿Quieres que cambie el orden?

—Deja los dos primeros iguales y permuta a los demás —dijo Carrie.

 Después de que la simulación en curso terminó, dejaron otra corriendo y se fueron …

—¿Quién eres? ¿Qué es este lugar?

—Hola. Soy Stephan. No estoy seguro…

Categorías: Ficción

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